Con el cuerpo despierto y la mente en calma, pasamos al taller de cerámica. Trabajamos con un barro tostado y modelamos un portavelas a mano. Lo hicimos con la técnica del pellizco, dejándonos llevar por las formas, el tacto y el ritmo lento de la creación manual. Cada pieza fue distinta, personal, hecha desde un lugar muy presente.